jueves, 6 de junio de 2013

EL APAÑAO






Aprovechando que tengo un ratito libre, os voy a hacer participes de una reflexión.

Hace un par de días, intercambiando comentarios en un blog amigo, llegamos al punto de hablar de la clasificación que utilizan las mozas para definir el nivel de atractivo de un zagal.

Rita, otra bloguera, enumeró la escala siguiente:
"Sería algo así, de menos a más: agradable, majo, apañao, mono, interesante, rico, muy mono, monísimo, estupendo, tiarrón, tío bueno, padre de mis hijos."
 
Según parece, por debajo de apañao no hay posibilidad de pillar cacho. Como mucho puedes aspirar a convertirte en un osito de peluche al que contarle sus soporíferos problemas y cotilleos.
Por encima van subiendo, en el mismo orden y de manera exponencial, tus posibilidades de sufrir acoso femenino, hasta alcanzar el estrato superior en el que un 5% de los hombres se han calzado al 40% de las mujeres y nos han dejado el resto a los demás por solidaridad masculina y porque no alcanzaban su estándar mínimo de follabilidad.
 
Por lo que tengo entendido, yo estoy en el nivel de apañao, que es justito el límite. Esto es como que te digan que no te pueden dar la ayuda por deficiencia mental por unas milésimas en el C.I.
 
Buscando "apañao" en el Google Images, la primera foto de un ser humano que aparece es la que encabeza esta entrada.
Lo cierto es que el parecido conmigo es asombroso, aunque ya me gustaría a mí tener ese pelazo y ese paquetón.
 
 
Esto me lleva a hablaros de un amigo mío al que le sucede algo muy peculiar.
Es un chico que cuando acude a eventos sociales en nuestro grupo de amigos, suele recibir la calificación de "majo". Aunque el termino parezca tener connotaciones positivas, en la práctica esto lo relega al puesto de sujetavelas.
 
Pues bien, cuando se enfunda su traje impecable de piloto, y pasa frente a chicas atractivas, todos son risitas y codazos, y de repente se oye por lo bajinis la palabra monísimo. ¡Se ha saltado seis fases de la escala Riter de golpe, y con un simple cambio de atuendo!
 
Resumiendo, es frecuente que ellas cumplan su fantasía de tirarse a un piloto, y el... pues el también cumple sus fantasías. Al final, lo de que no sea realmente piloto no parece tan importante.
 
 
Y aquí tenéis una valiosa lección sobre la volubilidad del cerebro humano. Es tan limitado que lo puedes hacer feliz o desgraciado con muy poca cosa.
Al respecto tengo otra jugosa anécdota que...
 
 

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