A petición de una lectora bloguera, publico esta entrada especial basada en el fuerte poder de atracción que tienen (tenemos) los moteros.
Tradicionalmente existe una amplia cinematografía que exhibe al motero como ese tipo duro, que no tiene miedo a nada, agresivo y rudo, que les da caña a las nenas pero no duda ni un instante en ir a rescatarlas de bandas rivales aún arriesgando su propia vida.
Ese motero que llega al típico bar de carretera en medio de la nada, chulea a la camarera y le pega el polvo de su vida encima de la barra, para seguidamente desaparecer hacia el horizonte dejando a la chica extasiada como si hubiese hecho realidad su mayor sueño erótico
¿Pero como se traduce esta imagen romántica y americanizada del motero en nuestro panorama nacional?
Trataré en esta entrada de describir con la mayor claridad posible la evolución, diferentes categorías, y poder de atracción del macho Moterus Hispanicus.
El nacimiento del motero: el ciclomotor tuneado.
Amigos, que buenos recuerdos de la adolescencia. Esa época en la que te come el acné, en la que tu principal preocupación es que tus padres no se enteren que has cateado seis asignaturas. Esos momentos en los que no pisas tu casa y solo piensas en hacer el macarra y ser el más guay del barrio.
E imprevisiblemente, después de dar mucho la brasa en tu casa, tus padres cometen la imprudencia de comprarte un ciclomotor.
Ahí está. Eres el más chulo. De repente las nenas te miran de otra manera, y empiezan a hablar contigo las que antes te ignoraban. Te envalentonas y practicas caballitos en callejones desiertos hasta que después de tres o cuatro tortas te salen medio bien, y te vas a la calle de tu instituto a vacilar y a pegarte la quinta hostia delante de todo el mundo sufriendo en tus carnes la vergüenza y escarnio popular.
Cuando ya coges suficiente confianza, empiezas a tunear y a trucar el ciclomotor, para que sea el más molón y rápido del insti. Esto te cuesta toda la paga semanal y múltiples averías que te dejan tirado cada cuatro días.
Unos años más tarde descubres que a las nenas les daba igual tú y tu moto, y que solo veían en tí un chófer con vehículo que las llevara a todos lados. Y en cuanto llegaban a esos sitios se liaban con chicos cuatro años mayores que tú y que llevaban motos superdeportivas de gran cilindrada (categoría de la que hablaremos más adelante).
En esa época, lo habitual es que una chica te pida prestada la moto "por probar a ver", dándole demasiado al acelerador y perdiendo el control para estrellarse contra un obstáculo inmóvil, siendo los más frecuentes cabinas telefónicas, contenedores de basura o coches aparcados.
Normalemente la chica solo se hace un poco de raspón en rodillas y manos, pero tu moto se queda hecha un cristo, y mientras observas los destrozos la maldices internamente.
Evolución I: El macarra de la CBR.
Ahí lo tienes, el carné de moto gorda. Te ha costado meses y meses de trabajar repartiendo pizzas para sufragar los costes. También has ahorrado un poco para comprarte una moto superdeportiva, pero como no te llega, le pides prestado a tus padres con la promesa de devolverselo en "un futuro".
Aún tienes fresco en la memoria el recuerdo de las nenas liándose con los que tenían las motos más cañeras, y te vas a la tienda a comprarte una CBR o cualquier otra moto deportiva cuyas siglas contengan muchas r's. A poder ser de colorines chillones para que te vean llegar de lejos.
Lo primero que haces es cambiarle el escape para que suene tres veces más.
Como eres múltiple repetidor, cuando apareces por el instituto con tu moto ultrapotente todos alucinan, y te empiezan a dar su número de teléfono las nenas. Como son muy jovencitas las que muestran interés por tí, te lo vas a tener que currar mucho para que accedan a perder la virginidad contigo, pero en alguna ocasión lo lograrás.
El motero macarra de CBR suele durar poco en el mundillo de las motos, suponiendo que no sufra ningún accidente grave. Lo habitual es que descubra que su chica le pone los cuernos con uno que tiene un coche tope vacilón, y se pase al mundillo de los coches tuneados.
Otra opción posible es que como es fogoso y poderoso como su moto, en un momento de pasión olvide la debida protección y pase a conducir el vehículo siguiente:
Evolución II: El fashion.
Al que le dan miedo las motos muy potentes, o es del tamaño de un llavero, la opción correcta es la Ducati Monster. Una moto apenas más grande que una moto Feber, pero muy fardona. Si mides más de 1,70 irás con las rodillas metidas en la boca.
Esta moto unida a buena chupa de cuero italiano te hará el rey entre las chicas fashion y las que se consideran más listas que las chonis que se lían con los de las motos deportivas.
Tendrás que cuidar tu aspecto para ir acorde con el nuevo estilo, olvidate del chándal. Es horriblemente incomoda para llevar pasajero, pero queda super chachi delante de la terraza de moda. Elije el color rojo si eres pasional, el negro si quieres tener un toque malote, y el amarillo si eres hortera.
Las posibles evoluciones posteriores son parecidas a las del macarra de la CBR. Descubriras que tu chica te pone los cuernos con el dueño de un cupé Mercedes, y te pasarás a los coches de lujo.
O tendrás un desliz con posterior matrimonio de penalti, pero como los monovolumenes son muy cutres, te comprarás una ranchera teutona.
Y hasta aquí las posibles evoluciones en las primeras fases de vida. Después de unos años encerrado en un coche, y dejandote los cuernos en el curro para sacar adelante una familia de chupopteros, llegarás a la famosa y temida "crisis de los cuarenta". Llegados este punto hay varias posibilidades.
Posibilidad I: El macarra madurito, y el new fashion.
En realidad son las mismas opciones que ya hemos visto anteriormente, aplicables a los que quieren revivir su juventud pero con veinte años más.
Al poco tiempo se dan cuenta del ridículo que hacen y sustituyen la moto por el más clásico deportivo descapotable, e intentarán que las jovencitas se fijen en ellos. Y efectivamente se fijarán y se echarán unas buenas risas a costa de los cuatro pelos que les quedan en la cabeza revoloteando al viento.
Posibilidad II: Rebelde sin causa.
El estilo custom le pega más a los maduritos. En muchas películas se ven los típicos abueletes con barba montados en Harley, así que si ya eres un viejuno parecerá más natural este tipo de motos.
Los que le pegan a este mundillo son contables con traje y corbata de lunes a viernes, y cuando llega el fin de semana se desmelenan (los que no estén calvos), se embuten los pantalones y la chupa de cuero que les vienen pequeños y hacen quedadas con otros abueletes que llevan el mismo tipo de moto para sentirse como un grupo de Hell Angels con el mundo a sus pies. Se toman un par de cervezas y a la tercera ya comienzan a tener problemas de incontinencia. Cuando ya empiezan a dolerles todos los huesos por el traqueteo de la moto, se marchan a casa diciéndole a los demás que han quedado con una rubia buenorra (la propia mujer en bata rosa o verde que lleva el pelo teñido color plátano pisoteado).
Están los genuinos, que conducen Harley-Davidson, desprecian los que pilotan motos japonesas, y llevan su marca favorita estampada hasta en los calzoncillos, y los que llevan motos custom de otras marca que insisten en que lo importante es el espíritu rebelde y que da igual la moto que lleves (pero se compran una Harley en cuanto les llega el dinero).
A estos les suelen durar bastante la afición, incluso después de jubilados. Como son motos que no andan un pijo, especialmente diseñadas para ir a dos por hora haciendo mucho ruido para que te miren, son totalmente aptas para personas de reflejos lentos o con problemas de articulaciones.
Por supuesto existen otros tipos de moteros, pero son grupos tan residuales que no vale la pena hacer un análisis exaustivo.
Espero que haya quedado claro el sex-appeal que tenemos los moteros.